Brújula al Norte
BCS / 2021
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Pocas cosas me hacen sentir tan libre como andar en auto por la carretera, siento que puedo andar por los caminos que yo decido y parar si lo deseo. Orillarme cuando el sol caiga y contemplar la tarde azul al otro lado del horizonte. Puedo pararme y probar los bocadillos de la localidad en turno, puedo detenerme a mirar las edificaciones abandonadas o las trocas desvalijadas en medio del desierto. Viajar con el corazón roto es una de mis actividades favoritas o quizá es que siempre ando con el amor quebrado, condición de un Venusino en Piscis, como que traemos el azul del mar derramándose siempre del corazón. Pero uno se hace viejo, esas cosas pasan y dejan de ser iguales. BCS es un lugar donde el tiempo sabe a sal y a cerveza Corona bien fría, es un lugar repleto de edificios y locales abandonados, hoteles decadentes y murales de ballenas gigantes. Sentí a la ciudad dejada en el pasado, con sus colores diluidos por el sol, con letreros rotos y oxidados, vidrios rotos y muros a medio caer y a pesar de ese pasado salino cubriendo toda la ciudad se habita bien, se vive bien y dan ganas de quedarse ahí a mirar la puesta de sol y caminar a lo largo del Paseo Obregón.
